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La pirotecnia en la que repara La Habana: el invariable cañonazo de las nueve |
Lázaro Fariñas.-
Con globos, pitos y matracas salieron los payasos desde Cayo Hueso,
hasta los límites de las aguas territoriales cubanas. La intención
pública fue lanzar algunos fuegos artificiales para que los habitantes
de La Habana vieran a los "patriotas defensores de la democracia" en
pleno carnaval. La intención privada es provocar algún tipo de incidente
para crear un conflicto entre Cuba y los Estados Unidos. La pública es
un hazme reír, la privada es algo más serio. Siempre ha sido la
intención de estos personajes el provocar un conflicto que lleve a una
confrontación entre ambos países.
Hace unos años atrás, en un
programa de televisión, le dije a José Basulto, jefe de aquel grupo de
provocadores que se llamaba Hermanos al Rescate, que él sabía
perfectamente que todo lo que había estado haciendo con sus vuelos en el
espacio aéreo de Cuba era provocar un incidente. Recuerdo que, en una
ocasión, ese grupo enseñó un video en el que se veía a Basulto y a otras
personas que lo acompañaban volando sobre el malecón habanero y tirando
volantes sobre la capital cubana. Incluso, después, iban a los
programas de radio en Miami para afirmar que los aviones cubanos no
tenían gasolina para interceptarlos. Claro, todos sabemos, que aquellas
provocaciones, permitidas por el gobierno norteamericano, trajeron
consigo el incidente de las avionetas derribadas.
El gobierno de
este país fue advertido por el gobierno revolucionario, en varias
ocasiones, que esas provocaciones no eran aceptables, sin embargo, el
gobierno del presidente Clinton nada hizo para prohibir que las
avionetas de Basulto siguieran con sus provocadoras acciones. No hay
forma de entender que las autoridades norteamericanas no tuvieran el
poder de mantener en tierra a Basulto y compañía. Tal pareciera que
querían que ocurriera el incidente que, a la larga, ocurrió.
Tampoco
hay forma de entender que no le puedan negar a los "flotilleros" de los
fuegos artificiales que no salgan a provocar incidentes frente a las
costas cubanas. Ya, en varias ocasiones anteriores, ha habido choques
entre las autoridades cubanas y los participantes de estas payasadas,
cuando estos han tratado de violar el límite de las aguas territoriales
de Cuba.
Después de lo que se ha visto sobre cómo han sido
desalojados a palo limpio de los parques de diferentes ciudades los
manifestante de Ocupemos Wall Street, no hay forma de aceptar que las
autoridades norteamericanas no tengan formas de evitar las provocaciones
de estos personajes. Pero es que no solo no las evitan, sino que las
cuidan y las respaldan. El día antes de salir a las aguas del Estrecho
de La Florida, los miembros de la Guardia Costera le hicieron una
inspección a fondo a cada una de las embarcaciones para asegurarse de
que tenían todo lo necesario para hacer un viaje seguro. Querían
comprobar que llevaban los chalecos salvavidas necesarios, las luces de
emergencia, los motores que estuvieran en orden, etc. Nada de decirles
que no podían salir, sino al contrario, que estuvieran bien protegidos y
seguros en su aventura provocadora. Con una sola llamada del
Departamento de Estado a Cayo Hueso, esos barcos no hubieran salido del
puerto. Evidentemente, no existía ni la menor intención de evitar la
provocación. Parece que aquello de "Es mejor precaver que tener que
lamentar" no les interesa a las autoridades de este país.
Me
pregunto: ¿Qué pasaría si una flotilla de barcos cubanos se pusiera a
doce millas de las costas de los Estados Unidos a tirar fuegos
artificiales o si unas avionetas procedentes de la isla y con permiso de
su gobierno, volaran sobre el río Potomac, en Washington, a solo una
pequeña distancia de La Casa Blanca, tirando volantes incitando a los
ciudadanos para que se rebelen contra el sistema imperante en este país?
¿Cuál sería la actitud del gobierno norteamericano ante tales hechos
provocativos? Todos sabemos la respuesta.
Bueno, pues el gobierno
cubano tiene todo el derecho de indignarse con el gobierno de acá por
éste permitir que estos personajes vayan frente a sus costas para
realizar esos provocativos actos, y también de actuar de la misma forma
que actuaría este país, si alguien, desde el extranjero, violara su
espacio aéreo o sus aguas territoriales.
En definitiva los
flotilleros llegaron a la pista del circo, hicieron sus payasadas sin
que nadie los molestara y regresaron a sus camerinos, sin penas ni
glorias.
[Virgilio Ponce-Martianos-Hermes-Cubainformación]
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